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Paseos y excursiones en Esquel

Centro de Esquí “La Hoya”

Brindando un paisaje de inimaginable belleza y cegando los ojos con su intensa blancura, el centro de deportes invernales La Hoya surge como un vergel de diversión a 13 km de la ciudad de Esquel.

Dueña de una ubicación terrenal privilegiada que le permite recubrirse del calor del sol conservando la demandada nieve seca en polvo durante la mayor parte de la temporada, esta enorme y múltiple pista congrega en sí la presencia de importantes esquiadores de todo el mundo. Pero La Hoya no es sólo para profesionales, entendidos o experimentados, sino que a lo largo de sus 60 hectáreas de terreno esquiable, cuenta con pistas de diferentes niveles de dificultad que permiten al turista inexperto lanzarse a la aventura de alquilar el equipo y correr los riesgos mínimos de desplazarse sobre esquís por la nieve.

Ideal para la práctica de esquí alpino, de fondo y snowboard, ofrece además un área preparada especialmente para esquí de travesía, un tentador circuito para motos de nieve, y fascinantes fuera de pista donde improvisar es la única regla.

Modernos y cuantiosos medios de elevación que no dan lugar a demoras de ascenso hacia la cumbre del entretenimiento; servicio de gastronomía en un ambiente cálido y distendido; escuela de esquí para quienes desean iniciarse en esta travesía; y otras tantas actividades blancas como caminatas por el cerro con raquetas para nieve.

Centro de Esquí “La Hoya”
Piedra Parada

Arrogándose el centro de la estepa patagónica, Piedra Parada consiste en una formación rocosa natural de 300 m de altura, bordeada por el Río Chubut y desafiada permanentemente por escaladores de las más diversas procedencias.

Pinturas rupestres, restos de flechas y huesos fosilizados ornamentan el área dándole un aspecto misterioso que suma adrenalina al reto del escalador empedernido, que deberá implementar sus conocimientos técnicos y experiencia para lograr el máximo objetivo: llegar hasta el pináculo.

Piedra Parada consta de tres recorridos, cada uno de los cuales tiene como meta una escalada diferente y plena de desafíos. El primero, denominado Sueño Lento, permite el acceso a una escalada de 240 m, para dar lugar a continuación al llamado Big Bang, cuya altura de 248 m presenta una ruta de aguda exposición; haciendo su aparición, por último, la ruta más técnica: Un largo camino a casa, encargada de dar el toque final a la emoción que vibrará en la piel de quien consiga la cima.

Piedra Parada
Valle Los Altares

Se trata de un impactante cañadón al que se llega a través de un recorrido de rectas infinitas repentinamente interrumpidas por impensables curvas. Cristalinos cursos de agua, altivas montañas y mesetas preludian a lo largo del camino la belleza del encuentro con Valle Los Altares, llamado así debido a su extraña formación rocosa simuladora de altares naturales que miran al cielo refulgiendo con sus colores rojizos.

Ideal para caminatas, safaris fotográficos, y por qué no para jugar en familia a descubrir figuras entre las formaciones rocosas, este encantador Valle se ha convertido en una excursión casi obligada para quienes se acercan a la ciudad de Esquel.

El paseo por el Valle puede completarse además con una visita al yacimiento de arte rupestre patagónico que se encuentra en cercanías. Otro imperdible atractivo del lugar son las artesanías de los descendientes de Tehuelches, cuya especialidad son las elaboradísimas puntas de flecha.

Valle Los Altares
Museo Indigenista

Inaugurado en 1878, el Museo Indigenista y de Ciencias Naturales conserva piezas de importancia arqueológica provenientes de las culturas pre y post hispánicas desarrolladas en la zona oeste de Chubut.

Conjugando pasado y presente, este reservorio cultural exhibe en sus salas antiguos utensilios aborígenes junto a tejidos indígenas actuales, atrayendo las miradas de los reflexivos y contagiando la curiosidad por las tradiciones y ritos de los nativos. Otros elementos de gran atractivo son los instrumentos musicales de origen mapuche ejecutados en la actualidad por los indígenas de territorio argentino.

En cuanto a las piezas naturales, el Museo cuenta con exposiciones de más de cincuenta especies regionales de aves embalsamadas, y restos de vegetales que habrían existido hace quince millones de años. Fósiles, maderas petrificadas, caracolas y otros tantos objetos de valor evolutivo completan las salas, encontrándose además material histórico referente a la provincia.

Museo Indigenista
Circuito Lago Futalaufquen

Se trata de un itinerario paisajístico que encantará la vista y el alma de todo aquel que se lance a recorrerlo. Tiene su punto de partida en la ciudad de Esquel, descubriendo a lo largo del recorrido permanentes cambios de panoramas, cuyos hitos máximos se conforman por el paso desde la estepa patagónica al bosque andino, y de este al Parque Nacional Los Alerces.

Rutas pavimentadas, caminos de ripio, casas místicas, infinidad de verdes, arroyuelos cristalinos, balcones panorámicos, la magia encontró en este circuito su espacio de manifestación hechizando a los visitantes con bellezas naturales.

Es entonces, después de haber recorrido 4 km, cuando llega el momento de embarcarse. La primer opción a la vista la constituye el Puerto Limonao y su principal excursión al Alerzal, recorriendo el Lago Futalaufquen, el Río Arrayanes, y los lagos Verde y Menéndez, y permitiendo el acceso al bosque de alerces milenarios, más todos los atractivos que este conjuga en sí.

Deslumbrantes cascadas, bordeadas por playas de doradas arenas, sobre la margen derecha del Lago Futalaufquen.

Circuito Lago Futalaufquen
Museo Leleque

Dentro de sus paredes, la historia se escribe desde las culturas y creencias de los pueblos nativos y de los grupos de inmigrantes de diversas procedencias que llegaron a La Patagonia para construir una nueva vida.

La idea de documentar el pasado de la región fue surgiendo de a poquito dentro de la cabeza de Pablo Korchenewski, un ucraniano que llegó a este punto de Argentina en 1948 y aquí se quedó para siempre. Uno a uno fue recolectando los objetos significantes que darían como resultado una colección de 14.000 piezas que en la actualidad constituye el patrimonio principal del Museo Leleque.

Inserto en el marco rural de la antigua Estancia Leleque, este museo debe su nombre a la voz tehuelche que designaba así a un arbusto propio de la región; y cuenta con cuatro salas cuyo orden y objetos parecieran revivir evolutivamente la historia de Chubut y sus pobladores. La primer sala, denominada Los pueblos autóctonos, refleja mediante reconstrucciones el modo de vida y de pensamiento de los tehuelches; la segunda, señalada bajo el nombre de El encuentro de dos mundos, expresa el choque entre los aborígenes y los primeros europeos llegados a la zona; en una tercera sala, Hacia la sociedad sedentaria, se interpreta la Conquista del Desierto y la derrota de los nativos; finalmente, la cuarta sala, Los Pioneros, recoge la experiencia de los distintos grupos inmigrantes que decidieron hacer su vida en La Patagonia.

Adaptaciones de negocios de otras épocas completan la oferta cultural de este magnífico museo permitiendo a los visitantes, más que pasar mirada sobre el pasado, compenetrarse con él. Este es el caso de la ambientación de un boliche de los años 20 donde puede tomarse algo, como en aquellas épocas, hojear un libro o comparar artesanías.

Museo Leleque
Parque Nacional Los Alerces

Distinguido como uno de los más grandes del país, el Parque Nacional Los Alerces se alza al noroeste de la provincia de Chubut, a unos 50 Km de la ciudad de Esquel y un tanto más cerca de Travelín, ostentando y resguardado, simultáneamente, encantadores bosques de alerces milenarios.

Con ejemplares arbóreos de más de 2.000 años de edad, lagos grandes y pequeños, excepcionales ríos, cascadas y arroyos, e imponentes glaciares, salpicando las montañas de la región, el Parque Nacional Los Alerces se extiende por 263 mil hectáreas instituyéndose como eje turístico al cautivar a multitudes tanto con su belleza natural como con sus propuestas activas.

Creado en el año 1937, bajo la inmutable premisa de proteger la cuenca hídrica reivindicar el protagonismo del bosque de alerces -una de las especies más antiguas del planeta- en el territorio chubutense, este Parque Nacional se enmarca en una zona biogeográfica rica en flora y fauna, lo que se comprueba en la certeza de que alberga dentro de sus límites poblaciones de especies amenazadas de extinción como el huemul, el pudú, la paloma araucana y el gato huiña. Encontrándose además entre las aves más habituales el chucao, el carpintero negro patagónico, la cotorra austral y el zorzal patagónico.

Más de 20 senderos peatonales, numerosos caminos vehiculares, y sendas habilitadas para cabalgatas y ciclismo permiten el acceso a los diversos atractivos del Parque Nacional Los Alerces. Trekking, safaris fotográficos y safaris lacustres hacia el alerzal milenario, este espacio natural es una de las opciones más encantadoras de la provincia de Chubut para deleitarse con jornadas activas al aire libre.

Parque Nacional Los Alerces
La Trochita

La Trochita o Viejo Expreso Patagónico es un verdadero museo andante, ya que su estructura y las vías sobre las que circula son ya una reliquia.

Pero no sólo la máquina en sí es atractiva y destaca sobre otros trenes del mundo. Su valor agregado es el paisaje por el que anda. El vapor de La Trochita se disipa en el limpio cielo patagónico. Sus infrecuentes vagones de madera ruedan en una trocha muy angosta sobre una estepa tapizada de flores silvestres y allí, andando, se pierde entre el imponente marco de cordillera chubutense. En fin, parece un trencito de juguete movido por la mente imaginativa de un niño.

La excursión de este famoso tren turístico se realiza partiendo de la estación de Esquel hasta la de Nahuel Pan, en un convoy arrastrado por locomotora.

Sus vagones de diminutas dimensiones y su particular trocha angosta, lo convierten en uno de los pocos que sobreviven al paso del tiempo.

Partiendo de Esquel, se emprende un serpenteante recorrido de caprichosa geografía. Luego de andar algunos kilómetros se arriba a la localidad de Nahuel Pan, donde funciona una estación y desde donde se puede regresar a Esquel.

En invierno, cuando la nieve pinta el paisaje en movimiento del tren, los propios pasajeros le pueden echar leños a la salamandra del vagón, y así calentar la estadía dentro del mismo.

La Trochita
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