Pequeño refugio de naturaleza intacta, Chamical se alza en la puerta de los llanos de La Rioja, integrando la zona conocida como Ruta de los Caudillos, y guiando al turismo por los caminos de la historia regional y los encantos paisajísticos que abrazan su extensión. Diferente, pintoresca y sumamente tranquila, esta localidad invita a recorrer un atrapante circuito en el cual los límites territoriales no logran dividir ni la secuencia de bellezas ni la sensación de bienestar.
Chamical ostenta una diagramación urbana constituida por amplias calles, diversificados espacios verdes, plazas y paseos por doquier. Es cabecera del Departamento de igual nombre, cuenta con una población que ha superado la docena de miles de habitantes, y se identifica como Centro Cultural, Económico y Educacional de los Llanos de La Rioja, convirtiéndose en el sitio más apto para la recepción turística, responsabilidad para el cumplimiento de la cual ha sido acondicionado con excelentes servicios y comodidades.
Escasos terrenos montañosos y dilatadas salinas conforman el suelo de Chamical y zona, haciendo de sus tierras oasis o poco productivos o fértiles para la producción de viñedos, frutales y hortalizas, dependiendo de su ubicación. Exquisitos vinos, quesillos y dulces; y artesanías en plata, cuero y tejidos, ocupan un importante espacio en la economía regional instituyéndose además como interesantes atractivos en el recorrido turístico.
La veraniega Polco, en cuyo territorio se conjuga historia, mito y religión; La Aguadita, escenario perfecto para el desarrollo de actividades recreativas; Santa Lucía, paraje pleno de naturaleza e ideal para la práctica de senderismo; y Santa Bárbara, destacado por su identidad cultural y sus productos artesanales; integran el circuito turístico encabezado por Chamical y orientado hacia los Llanos Riojanos. Un itinerario de singular atractivo y serenidad característica.
La ruta de los caudillos atraviesa pequeñas poblaciones con casas de adobe, calles angostas y arboledas tupidas. Pueblitos donde la gente vive de aquello que la naturaleza puso al alcance. Hombres y niños criando animales, esquilando y lavando la lana, y mujeres y niñas hilando y tejiendo frazadas y tapices, alfombras y prendas de vestir. En ese trabajo cotidiano, la gente de los llanos se arraiga a la tierra y al amor por la cultura criolla.
En Patquía, los agricultores descubrieron que los dátiles brotaban más dulces en las franjas áridas de tierra. Así surgió, en Patquía Viejo, una de las plantaciones más importantes de América latina y se levantó la planta La Datilera, que se puede visitar.
Patquía (en quechua, cruce de caminos ) es uno de los departamentos más pequeños de La Rioja. Su importancia radica en el nudo de rutas: desde allí se llega a Copiapó, en Chile, por el paso cordillerano de Pircas Negras.
Son dos pueblos tan pequeños como bellos que forman parte de la ruta de Los Caudillos; en las colinas que los rodean, los primitivos habitantes dejaron petroglifos grabados en la roca. Y en Tama hay una diminuta iglesia colonial donde se venera a la Virgen del Rosario.
Acá nació el general Angel Vicente Peñaloza, El Chacho, seguidor de la lucha emprendida por otro general, Juan Facundo Quiroga, el mítico Tigre de los Llanos.
A la vera del camino, fue reconstruida hace unos años y se la puede visitar. No es un museo, pero el cuidador conoce muchas anécdotas de aquel pasado signado por luchas sangrientas.
Para los riojanos, Malanzan es el corazón de la ruta de los caudillos. La atracción es el museo, donde campean los fantasmas de los máximos caudillos de los llanos: Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y Felipe Varela.