Es la cabecera del departamento con el mismo nombre, en la provincia argentina de Jujuy.
Está ubicada a la derecha de la ruta nacional 9, a 2939 m. sobre el nivel del mar, está organizada con una municipalidad y diferentes centros vecinales.
Es una población tradicional de la Quebrada de Humahuaca, ubicada en medio de altas montañas.
Puede visitarse la Iglesia Catedral de la Candelaria, que luce piezas de alto valor artístico, y el Cabildo que muestra un antiguo reloj muy llamativo.
Su arquitectura es muy característica, pueden distinguirse estrechas callecitas que le dan una imagen muy peculiar.
El Río Grande corre contenido entre cerros multicolores, trazando el eje de la Quebrada de Humahuaca que desde tiempos inmemoriales es la vía natural de comunicación de las diferentes poblaciones que habitan en ella.
En toda esta zona, y también en la Puna, las casas de adobe, amasadas de tierra y paja se mimetizan con el paisaje. Poblados de gran importancia en la época colonial se desarrollaron en relación con importantes asentamientos prehispánicos.
Una cadena defensiva de pucarás, testimonian desde lo alto, una cultura agrícola capaz de construir fortalezas para protegerse de los indígenas recolectores del este, y quizás de atreverse a resistir al Imperio Inca del norte, si bien integraron el Collasuyu incaico desde fines del siglo XV.
Innumerables restos de ese pasado, pucarás, antigales, pinturas rupestres, están diseminadas por toda la zona y pueden ser visitadas con el necesario de un guía autorizado.
Persisten en la zona costumbres prehispánicas que se funden sincreticamente notorias en las celebraciones comunitarias. Una parte de ellas se asocia al calendario agrícola ganadero, tales como la minga y la señalada; otras a las fiestas patronales: los misachicos, el culto devoto a los difuntos, los pesebres vivientes y la Semana Santa.