Rememorando su pasado de capilla, la Catedral San Rafael se alza en pleno centro de la ciudad convocando a los fieles católicos y a los numerosos turistas que llegan hasta este lugar de la Argentina.
Su construcción, tras la demolición del antiguo templo, se inició en 1912 y fue habilitado dos años más tarde para el oficio de ceremonias religiosas, no contando en ese entonces con la torre y el revoque exterior.
Fue entre los años 1921 y 1932 que la construcción comenzó a lucir progresivamente la belleza que actualmente la caracteriza, y en la cual sobresalen los adornos de yeso, la bóveda, los revoques, los retablos e imágenes de los altares, las campanas, y la torre.