Ubicada a 174 km de Salta.
La ciudad se origina en una misión llamada La Frontera del Rosario, y en 1735, su entonces propietaria doña Melchora Figueroa de Cornejo ordenó su parcelamiento para dejar fundada la nueva población con el nombre actual.
Quizás su principal atractivo sean las aguas termales. El complejo termal cuenta con dos piletas construidas con lava volcánica, un material refractario que impide el recalentamiento de la superficie por la que caminan los bañistas. Una de las piletas es de uso exclusivo para quienes se hospedan en el lugar, mientras que la otra está destinada al uso del público que concurre durante el día. Ofrece nueve variedades de aguas termales que llegan a alcanzar 99ºC pero que gracias a un sistema de transvase de fuentes, se logra llevarlas a unos confortables 34ºC.
Los baños son aconsejados para personas mayores como complemento de tratamientos médicos de reuma, enfermedades biliares y digestivas, estrés y arteriosclerosis. De todos modos, es recomendable hacer una visita al consultorio médico que se encuentra en el complejo, a fin de asesorarse en el uso de los baños.
Rosario de la Frontera, variada desde su esencia, exhibe por un lado desafiantes serranías de hasta 900 m, y por otro una llanura descendiendo suavemente hasta los 300 m Con la misma condición de miscelánea, extiende hacia el oeste un fragmento de selva de transición, y hacia el este un tramo característico del bosque chaqueño.